CONTENIDO

En un relato infantil e ingenuo, aunque certero para el propósito que perseguía (hay que recordar que Hergé no era periodista literario, sino dibujante), Tintín viaja al Congo belga y allí, tras pasar por brujo, defiende a los pobres negritos de los intentos de un ganster norteamericano que pretende apoderarse de las minas de diamante. Naturalmente triunfa y a su regreso a Bélgica decide combatirle en su terreno: Norteamérica.
Tintín, en el Congo
EDICIONES

Ed. Casterman, 1931 en blanco y negro. Francés
Ed. Casterman, 1964, rediseñado en color. Francés
Editorial Juventud, S.A.
Primera edición: Diciembre 1968. Imprenta Roses
Traducción del francés: Concepción Zendrera
Sin ISBN en sus dos primeras ediciones
ISBN 13: 978-84-261-0778-7 (978-84-261-1401-3, rustica)
ISBN 10: 84-261-0778-8 (84-261-1401-6, rustica)
62 p. il. col. 30×23 cm
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HISTORIA

El director de la revista Le Vingtième Siècle, el padre Wallez, ordena a Hergé que envíe a Tintin al Congo, la colonia belga por excelencia, para proseguir con el proselitismo católico, conservador y colonialista que tenía la línea editorial de la revista.

Remí comienza a documentarse (no en profundidad a juzgar por lo que luego veríamos)  y escribe este álbum tan inocente y parcial que en la edición en color de 1946 tuvo que cambiar algunos párrafos de los fumatti, como se aprecia en las siguientes viñetas.

En el Congo, Tintín actúa de modo paternalista y algunos diálogos son ciertamente racistas, aunque soportables para el gusto de la época.

En los tiempos que corrían, había que justificar el colonialismo belga del Congo, de donde se extraían caucho, madera, oro, diamantes y otras materias primas; y allí es enviado Tintín. La historia comenzó a publicarse el 5 de junio de 1930 en Le Petit Vingtième. En 1946, Hergé redibujó totalmente el álbum para pasarlo a color y reducir sus 110 planchas de origen a las 62 páginas que tendrían los álbumes en lo sucesivo.
Tintín en el Congo cayó en desgracia a partir de los años 50, y se hizo bastante difícil de encontrar. Era el conflictivo momento de la descolonización, y el álbum no era particularmente muy oportuno. Pero curiosamente fue en una revista del Zaire donde reapareció por primera vez la historia, acabando con la cuarentena de Tintín en el Congo.
Las mismas aventuras aparecieron también en otros semanarios europeos, destacando la edición en color de la revista portuguesa O Papagaio con el título de Tim-Tim em Angola. Claro que también interesaba al país vecinos este tipo de mensaje para su colonia africana.  Particularmente, no me gusta ninguno de los tres primeros volúmenes de la colección por su excesivo infantilismo, pero tampoco soy un gran entusiasta de los otros 3 últimos (incluido el inconcluso de Arte Alfa), por demasiado alambicados.
La revista Blanco y Negro publicó también varios álbumes de Tintín, y en concreto éste en 1959.


Las carnicerías, amputaciones, maldades y fechorías del rey Leopoldo en el Congo, ayudado entre otros por el famoso periodista Stanley, no están recogidas en el cuento de Tintín. Bien es verdad, que la Historia bien tampoco le ha juzgado como se merecía a este tirano belga, ni la sociedad en general se ha fijado en sus criminales actuaciones en el Congo. Tampoco ha sido demasiado beligerante con las tropelías británicas en sus colonias, especialmente en la India, mientras que, como al perro pulgoso, los historiadores (incluso españoles) se han cebado con lo sucedido en las colonias hispanas. Y ahí está el ejemplo de Spilberg con su película «Amistad», por poner solo un ejemplo de la iniquidad histórica con el comportamiento occidental para con sus posesiones en ultramar.
En esta historia, Hergé se dibujó a sí mismo (lo hizo también con otros amigos y dibujantes en esta y otras historias), como periodista entrevistando a Tintín en su partida hacia África. Desde luego, se caricaturizó tal como era.

En esta GIF que he hecho cambia la cara del periodista que representa al propio Hergé.