HISTORIA


Nos encontramos aquí con el declive imaginativo de un autor que ha entrado en barrena. Según parece, el cómic había dejado de ser su actividad principal y solo dibujaba en sus tiempos muertos. Hacía ocho años que había firmado «Vuelo 714 para Sídney», que ya tardó en publicar unos cinco años después de «Las joyas de la Castafiore». El guión es realmente malo con personajes forzados en el contexto de la historia, como el coronel Sponz que poco o nada pinta en Sudamérica.
CONTENIDO

El régimen del general Tapioca, ayudado por el coronel Sponz (que ya fue protagonista del «Asunto Tornasol») detiene a Bianca Castafiore y a Fernández y Hernández acusados de organizar un complot para derrocarle. En unas declaraciones a la Prensa, el dictador asegura que el cerebro de la operación es el capitán Haddock. El capitán y el profesor Tornasol deciden acudir a San Teodoros para defender su honor mancillado y así liberar a la soprano y a los policías.  Tintín se opone a este viaje sospechando que todo es un ardid del general para atraerles a San Teodoros. Una vez en el país sudamericano, Haddock y Tornasol descubren que la invitación es efectivamente una trampa. Tintín decide acudir en ayuda de sus amigos y se presenta en la república sudamericana. Ayudados por un antiguo amigo de Tintín, Pablo, consiguen escapar y huir a la selva donde se encuentran con el general Alcázar quien, como siempre, está tratando de arrebatar el poder a su archienemigo Tapioca. Una vez en su campamento, descubren que el principal problema de Alcázar es el alcoholismo de sus seguidores, siempre borrachos. Afortunadamente, Tornasol ha inventado una píldora -probada con el capitán Haddock que no consigue probar una sola gota de whisky- que echada en la comida produce un rechazo al alcohol. En ese instante se une a la revolución el vendedor de seguros, Serafín Latón, al frente de una cuadrilla de pícaros que van a participar en las fiestas nacionales del país y con ellos entrar en la ciudad Alcázar y sus seguidores apoderándose una vez más del poder, y liberando a Castafiore y a los policías.
Tintín y los Pícaros
EDICIONES

Editorial Casterman, 1976 en francés, color
Editorial Juventud.
Primera edición: 1976, con lomo de tela amarilla.
ISBN 13: 978-84-261-0173-0 (978-84-261-1389-4, rustica)
ISBN 10: 84-261-0173-9 (84-261-1389-3, rustica)
Encuadernación cartoné y rústica (la única aventura con 1ª edición en rústica)
Traducción del francés: Concepción Zendrera
Encuadernado en cartoné   Formato: 23 x 30 cm
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Parece que la imaginación de Hergé ya no daba para mas, incapaz de inventar nuevos caracteres. O mejor dicho, los que se inventa carecen de atractivo, como el de la mujer del general Alcázar, un insoportable personaje dominante sin gracia alguna.
Y hasta el propio capitán Haddock está forzado al perder su  personalidad bebedora en ese intento de su creador por subrayar lo "políticamente correcto" que parece impregnar ahora la obra del autor belga. Tornasol, por otra parte, inventor de esas pastillas que tomadas por el bebedor le amargan la bebida, acentúa su fuerte caracter de un modo exagerado. Tintín también pierde su tradicional atuendo cambiando sus sempiternos pantalones "robagallinas" por unos modernos vaqueros, además de hacer yoga, montar en moto en lugar de bicicleta y lucir en el casco el símbolo de la paz.
La prueba de esta falta de imaginacion está en la recuperación absurda de personajes de álbumes anteriores, como el explorador Ridewell que ya conocimos en «La oreja rota».
TINTÍN Y ASTERIX

En la página 54, Hergé hace un guiño a uno de sus principales competidores, «Asterix» con la inclusión de su figura entre los participantes en el festival de Tapiocápolis. Un gesto que fue correspondido por los autores del famoso galo, Uderzo y Goscinny, en la página 28 del álbum «Astérix en Bélgica», con la inclusión del los policías siameses imitándo en sus "fumattis" o "bocadillos" la tipografía empleada por Hergé.
En «Tintín y los Pícaros», Hergé vuelve a Sudamérica y a su imaginada república de San Teodoros, donde el general Alcázar que ha vuelto a perder el poder frente al general Tapioca, ensaya un nuevo intento por arrebatárselo. Hergé reitera, pues, sus críticas hacia las dictaduras de uno u otro signo que durante el pasado siglo impidieron el progreso económico y social de los países americanos de habla hispana.

Esta crítica queda reflejada en las viñetas siguientes donde, según quien ostente el poder dictatorial -Alcázar o Tapioca- así reza el "viva" que aparece en el cartel colocado en medio de la porquería que parece representar este tipo de sistema político. La prueba de que dictaduras de derecha o de izquierda mantienen la pobreza entre el pueblo queda reflejada según Hergé en los distintos uniformes de la policía, así como en el aspecto barbudo o no de los agentes, sean seguidores de uno u otro general.
La situación en Latinoamérica durante los años de la «guerra fría» está mimetizada en la república de San Teodoros. La influencia de poderosas compañías multinacionales, en este caso representadas por la «International Babana Company» que apoya el régimen de Tapioca, tiene su contrapunto en el álbum «El asunto Tornasol» en el que Alcázar busca igualmente la complicidad de empresas internacionales para financiar el derrocamiento de su archienemigo.

Hergé representa el término de «repúblicas bananeras» que se hizo tan popular en la década de los sesenta y setenta, con el nombre que da a la empresa multinacional que apoya a Tapioca, y dibuja la miseria en la que vive la mayoría de la población en esos suburbios que rodean rascacielos y autopistas como ocurría en las principales capitales sudamericanas durante aquellos años turbulentos.

El creador de Tintín parece inclinarse, sin embargo, hacia las dictaduras de izquierda, sin que las acabe bendiciendo, cuando coloca a sus personajes luchando al lado del general Alcázar, que en este álbum representa a «los barbudos» cubanos de Fidel Castro y del «Che» Guevara. 

Es una alianza ingenua y grotesca porque está condicionada a que en la toma del poder no se dispare ni un solo tiro ni haya represión, algo idílico en aquellas dictaduras verdaderas que sacudieron el continente sudamericano en la segunda mitad del pasado siglo.